Fuente de los Deseos
Mi alma está cansada. Un poco rota, se desplega en mi cama cada noche con nuevas dolencias en su espalda, con pesares en los ojos y, sobre todo, tremendamente agotada.
Cansada de que la ventana en mi cuarto no muestre rastros de luz, vida y esperanza. Cansada de que me recalque la pared de ladrillo gris que me encierra, y lo atrapada que me siento.
Vista panorámica a la prisión que me contiene.
Una celda de cinco paredes menos un octavo – y, en ese octavo, se comunican mi falta de privacidad con mi encierro. Una diminuta puerta que pretendo que no existe. Un portal que convierte mi habitación en un pasillo, donde yo soy la obra expuesta pero igualmente abandonada.
Quiero despertar y ver luz entrando por mi ventana, que el sol sea mi despertador y mi fuente de alegría.
Quiero espacio. Quiero aire. Quiero luz. Quiero silencio. Quiero ruido, mi propio ruido. Quiero privacidad. Quiero paz. Quiero que se acabe por fin la mala racha. Quiero que se acabe. Quiero que mejore. Quiero algo mejor. Lo merezco. No soy muy útil cuando estoy triste pero sé que lo merezco.
Quiero paredes que pueda rayar, quiero que la luz natural rebote en cada pared. Quiero que la luz no sea tragada por el techo y por la Melancolía Infinita que permanece en mi pecho. Quiero sentirme feliz. Quiero brisa.
Quiero viajar. Quiero irme. Quiero volar, nadar, correr y gritar. No quiero conformarme. Quiero algo que me haga feliz, quiero sentirme feliz. Quiero reírme. Quiero acostarme tarde pensando en lo feliz que me siento. Quiero acostarme con una sonrisa. Quiero. Quiero. Quiero.